Durante el último pleno municipal de Brunete asistimos a la desfachatez
del alcalde argumentando que lo aparecido en prensa estaba sacado de contexto y
no era lo que parecía. Igual que en un chiste malo de marido infiel pillado en
la cama con otra. Tan patético que los vecinos presentes en la sala le pidieron
que no les tomaran por idiotas.
Uno de los vecinos recordó cómo las últimas tres mayorías en
Brunete se habían obtenido a través de estas mismas prácticas irregulares consiguiendo
el favor de algún concejal hacia el alcalde de turno a cambio de alguna
prebenda. Solo que esta vez, Isabel se negó. Solo que esta vez, Isabel lo
grabó.
Así que, igual que
los carroñeros buscan su oportunidad, fueron a por otra posible víctima de
su forma de hacer política. Encontraron una mujer sola, con situación económica
difícil, cuatro hijos y un negocio con dificultades. Y fueron a por ella. Acabó
siendo expulsada del grupo municipal socialista y siendo víctima del escarnio
público del pueblo.
Pero lo realmente corrosivo de este episodio no es sólo que
un mal munícipe utilice prácticas mafiosas. Lo desolador es la suma de un grupo
municipal que le apoya unánimemente sin fisuras (así lo manifestaron), de un
grupo de corifeos que aplaudían a rabiar las incomestibles explicaciones del
alcalde y de un aparato del PP que aplaude estas prácticas por parte de
miembros de su partido.
Que el propio partido del alcalde del PP respalde esta forma
de hacer política arruina cualquier mínima esperanza de lavado de sus
estructuras. Inhabilita que Rajoy hable de regeneración democrática con no sé
qué medidas de verano. Inhabilita que Esperanza
Aguirre se erija en adalid de la diferencia para Madrid frente a lo que ocurre
con la corrupción en el PP en otras zonas de España. Inhabilita a González para
que se distancie de lo ocurrido con la Gürtel de su antecesora y el caso
Bárcenas de su némesis presidente del Gobierno de la nación.
Pero sobre todo, asuela la moral de muchos votantes y militantes del PP que de buena fe confiaban en una última oportunidad para que su partido cambiara a mejor para enfrentar un tiempo nuevo y superar el hartazgo ciudadano. Con la actitud que han tomado en este caso, dan un mazazo a todas esas personas, a la credibilidad de las instituciones y avivan la indignación de muchos que buscarán la salida en el apoyo en opciones políticas mesiánicas. UPyD ha hecho sus deberes en el ámbito político y seguirá luchando en el ámbito judicial, pero el PP ha perdido esta batalla de Brunete y con ella, quizás también su contienda política por hacer un partido creíble. Los próximos meses dirán el precio para todos de su fracaso.
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