lunes, 8 de septiembre de 2014

Testigos de lo que no vieron, fabuladores de lo que quieren hacer creer


Realmente resulta pasmoso encontrar narradores y políticos que no estuvieron presentes en un hecho determinado explicándote algo contrario de lo que tú presenciaste en persona. Los heraldos del Consejo Político Extraordinario de UPyD del 6 de septiembre pasado, celebrado a puerta cerrada, que me cuentan cosas que no ocurrieron sin haberlas presenciado ellos mismos quedan desacreditados para mí. Ya no me puedo creer tampoco sus crónicas de lo que yo no he visto.

La reunión de aquel sábado fue para mí un sanísimo ejercicio orgánico. Teníamos un absceso enquistado que se abrió y saneó una vez abierto. Más de 40 consejeros hablaron con completa libertad de los temas que desde hace tiempo planeaban en conversaciones privadas y foros. No solamente del famoso artículo de Sosa Wagner, de su forma y contenido.  Se habló de gestoras, de Murcia. Tuvieron oportunidad de contar su verdad miembros del Consejo con criterios diametralmente opuestos al respecto sin ninguna cortapisa. De manera que cada consejero pudiera formarse su propio criterio tras escuchar los distintos argumentos sin que el Consejo de Dirección interviniera sobre ellos.

Es cierto que se escucharon muchas críticas a la actitud de Sosa Wagner y a sus declaraciones públicas tanto orales como escritas.  Pero también es cierto que, como se  señaló,  la libertad individual de expresión de los cargos públicos conlleva consecuencias en forma de valoración de las mismas por parte de sus compañeros de partido.  Y cuando son negativas, hay que escucharlas y saber aceptarlas con la suficiente humildad, cuando se tiene.

Lo que realmente me sorprendió fue la ausencia de alabanzas y de respaldo al eurodiputado Sosa por parte del sector habitualmente más crítico con la dirección, tal como habría sido esperable. Al contrario, aunque por parte de algunos se pidió respeto para su persona y opiniones (totalmente compartible por otra parte) también se mostró incomprensión en las mismas personas por la forma elegida para sus críticas.

Las esperadas disculpas por parte de Gorriarán se produjeron, no descubro nada, lo que es algo por lo que todos nos debemos felicitar, él el primero. Hay quien no las considera suficientes, seguramente para estas personas, ninguna lo serían. Sin embargo, tras oír todas las intervenciones de los consejeros, yo diría que en su totalidad portadoras de censura para Sosa, en menor o mayor (o total) grado yo creo que cualquiera habría esperado una reflexión (al menos) del tipo "sigo pensando lo mismo pero lamento haber causado todo este malestar y decepción". Pero nada de esto se produjo. Solamente se oyó su protesta por no haber conseguido un respaldo que no obtuvo y las quejas por el tono de las críticas. Sólo denota incapacidad para escuchar. Quien no escucha excluye el diálogo. Y se limita a proclamar después su verdad, que no es tal, sólo su fijación. Y en eso estamos.

Por otro lado no hay peor estalinismo que el despreciar a los órganos elegidos democráticamente por votación porque no adoptan las posturas que a uno le gustan. Y descalificarlos como hacen algunos columnistas egregios no rebaja a sus integrantes, sino que muestra resabios precisamente estalinistas de quien tiene esas veleidades en sus opiniones. Pura ignorancia de quienes se creen más sabios.
Por tanto, seguiremos viendo cómo se intenta torcer el brazo a lo que realmente ocurrió ese sábado, especialmente por cronistas que tocan de oído. Pero eso no cambiará la verdad de lo que allí se dijo.

Y esa verdad es la que tiene y es la que da la fuerza para seguir trabajando en la seguridad de que, como todas, se impondrá más pronto que tarde. Todo lo demás quedará como maniobras orquestales en la oscuridad, pasadas de fecha.